
Ese era el secreto de Rea, estaba enamorada.
La música, su fuente inagotable de inspiración, le recordaba cada instante a su lado. Revivía cada mirada, caricia, beso... cada de esas cosas que nunca habían ocurrido y que solo habitaban en sus fantasías justo antes de dormirse. La panda las usaba para darse calor durante las noches de invierno y pasión en las de verano.
Era su secreto más íntimo. ¡Y no le importaba callarselo a las demás! Probablemente sería tema de conversación y risas pero ya bastante tenía con sus miedos e inseguridades meriodeando por su cabeza. Una cabeza desquiciada y de pocas ilusiones que persistía en advertencias entregadas por su pobre consciencia -la cual vivía cansada de ser olvidada en cada momento de locura.
Rea admiraba aquellos músculos firmes y labios voluptuosos, pero lo hacía a escondidas de la humanidad entera, como cuando todos reían y nadie la percibía. Era meticulosa. Era sigilosa. Era tan cautelosa que ni Atlas, ni Dione, ni la Coneja sabían lo que escondía.
Pero, ¿por qué no se le acercaba? ¿por qué no le invitaba a un té de bamboo? ¿por qué no arriesgarse y dejar de soñar? Porque en secreto todo es más bonito. Porque de esa manera no habría consecuencia alguna... solo una mente desenfrenada y un alma muriedo de soledad...
Rea admiraba aquellos músculos firmes y labios voluptuosos, pero lo hacía a escondidas de la humanidad entera, como cuando todos reían y nadie la percibía. Era meticulosa. Era sigilosa. Era tan cautelosa que ni Atlas, ni Dione, ni la Coneja sabían lo que escondía.
Pero, ¿por qué no se le acercaba? ¿por qué no le invitaba a un té de bamboo? ¿por qué no arriesgarse y dejar de soñar? Porque en secreto todo es más bonito. Porque de esa manera no habría consecuencia alguna... solo una mente desenfrenada y un alma muriedo de soledad...
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