Me desperté. Me encontraba acostada en el piso, sujeta en las manos y los pies con sogas gruesas. Estaba bien atada. Me dolía la cabeza y la luz que encandilaba mis ojos, me despertó cierta sensación de malestar en la espalda. Por experiencia con las luces del palacio, sabía que lo que me estaba encandilando no podía ser una luz artificial directa como un bombillo, sino que provenía de un difusor. Somnolienta, entre-abrí uno de mis ojos y ví una ventana cubierta por unas cortinas color beige. ¡¿qué acaso no se percataron de la molesta luz que dejaba ingresar?!
- No es un cuarto para hacer pereza. - Respondió a mis pensamientos una voz joven y masculina.
Abrí mis ojos mientras me sentaba. Y ahí estaba él: flaco, de pelaje blanco y lunares cafés, manos de tamaño perfecto, dientes largos y ojos chinos.
- ¿Quien eres? - Dije mientras notaba que mis manos y pies estaban atados a la cama
- Tú sabes quién soy… tuviste el tiempo necesario para escuchar todo coneja mágica - Dijo el ser a quien llamaban cachorro.
- Muy listo para atraparme y muy tonto para no decir nada -
- Tontos los que piensan que tienen lacayos leales… pero el jabalí no es el único que busca una caja mágica color azul, de letras extrañas y luz incandecente. - Lo miré extrañada. ¿Por qué no había visto o sentido las letras grabadas? - Coneja, no soy tan nuevo en el tema. Hallé el baúl días antes y sabía exactamente su posición. No he podido abrirlo, ni entiendo lo que dice y cuando ya me estaba dando por vencido, ese marrano me dijo exactamente lo que necesitaba saber… - miré su rostro y reparé sus lunares, cada uno estaba posicionado perfectamente en su cara. Al ver que no tenía idea de lo que estaba hablando, se acercó rápidamente a mí y se agachó - la coneja rosa es el hechizo en sí. -
Estábamos muy cerca, como a unos 5 centímetros. Nos miramos frente a frente. Pude sentir su aroma, y tengo que admitirlo pero mi nariz tiene predilección por los hombres de buenos perfumes, y el cachorro no era la excepción.
- ¿Sabes? No entendí esa parte. Así que no puedo ayudarte. -
- Sé que no lo vas a hacer coneja. - Me rodeó con sus manos - Así que lo vamos a hacer a mi manera.-
- Y qué me propones… ¿pegarme hasta que me invente algo? - El cachorro se retiró. Sonreí en triunfo, este cachorro podría ser una ayuda para llegar al palacio. - Ni tú, ni yo sabemos cómo abrir ese baúl. Pertenece a la Casa Real, Rea puede saber cómo se abre. Si me dejas libre y me ayudas a rescatarlas podríamos llegar a un acuerdo. -
- Yo me quedo con el baúl. No hay acuerdo coneja. -
- Entonces de qué otra forma vas a hacer esto… porque yo no veo… - fui interrumpida por la carga de un rifle.
- Dime cómo abrir el baúl, Coneja - Me exigió el cachorro mientras apuntaba hacia la cama.
Sentí un poco de miedo. Y justo ahí, detrás del cachorro, encima de la herradura dorada leí:
Un baúl listo para servir a quien más le necesite,
donde toda la magia de sus días grises aparezca
y le entregue aquel oro preciado que
jamás alguien ha podido encontrar…
- Es una caja de Pandora - Susurré mientras me olvidaba del rifle. En ese instante sentí un gran estruendo seguido de un fuerte golpe.
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