El Boca de Dragón - P.4

Miré el baúl. ¿Por qué era tan importate? ¿Qué había en él? Me le acerqué y le olí. No olía más que a vieja madera. Me acerqué aun más dando pequeños saltos y postré mi oreja derecha en uno de sus lados. Salté hacia el otro lado y toqué con los nudillos de mi mano. El baúl no se movió ni hizo ruido alguno. Intenté mover la llave pero no logré abrirlo. 

Decidí tapar el baúl y dejarlo en el cipre mientras iba a busca de Rea, Atlas y Dione a los calabozos, porque, probablemente, ahí las habían dejado. Me quité el vestido y con mis dientes frontales lo rasgué. Quité la parte superior y la falda la corté hasta por arriba de mis rodillas. Pronto, quedó convertido en un vestido strapless, corto. Tapé el baúl azul como pude. 

Decidí que había que salir del cipre por arriba y no por donde había entrado, así que tomé distancia, calculé la velocidad y di un gran salto a mi lado izquierdo de la corteza, me empujé hacia el derecho y salí por uno de los agujeros. 

Al pisar fuera del Cipre Mexicano, me senté en una de sus ramas y silenciosamente miré a mi alrededor. A pesar de la oscura madrugada, el bosque se veía tranquilo... no había nadie, no se escuchaba nadie. 

Así que una vez sentí seguridad en el entorno, bajé con cautela pero al llegar al suelo... un fuerte dolor en la cabeza me tendió en el prado y caí dormida.

No hay comentarios. :

Publicar un comentario